Los niños listos no son los primeros

 Había una vez un niño llamado Miguel. Miguel era muy inteligente, trabajando duro para destacar entre sus compañeros. Era el primero en contestar preguntas en clase y el primero en obtener el mejor promedio.

Cada vez que Miguel ganaba algo, sus padres le daban un premio. Esto le hizo pensar que siempre debía ganar para recibir elogios de sus padres. Un día, Miguel fue a un concurso de oratoria en el que tuvo que competir con otros niños de su edad. Estaba tan seguro de ganar que, cuando los resultados se dieron a conocer, Miguel fue el único que no estuvo contento con el resultado. Terminó en segundo lugar y no pudo contener la decepción. Sus padres vieron su frustración y le dijeron: "Miguel, tienes que entender que no siempre puedes ganar. La vida no está hecha para eso. Debes aprender a ser humilde tanto cuando ganas como cuando pierdes. Aprende a disfrutar del proceso de aprender y de intentar alcanzar tus objetivos". Desde ese día, Miguel aprendió a no esperar siempre ganar. Sabía que, a veces, los buenos resultados son el premio por sí mismo, y que los mejores premios se obtienen cuando aprendes de tus errores.

Porque los niños listos no son los primeros sino los que saben disfrutar llegando donde quieren.

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